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Mostrando las entradas de noviembre, 2014

Lúmenes

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Luciérnaga tímida en el campo. Incendio voraz de noche sin luna. Así enciendes mis días:                                delicado, violento, incansable. Iluminas con tu presencia mi alegría. Cuando te veo, siento, beso,                                      toco, huelo,                                                escucho...                                                        tu risa es antorcha, es revolución. Tu amor, combustión de mis anhelos. Se funden los cuerpos en uno solo. Si luego esta llama se esfuma, que nos quede el recuerdo de su calor. IMD Borrador del 12 de junio de 2006

Vista puesta en la Hermenéutica

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Según Mauricio Beuchot, filósofo mexicano contemporáneo: "Se dice que es el tiempo de la Hermenéutica (...) y con ello se da a entender que lo que resulta más difícil es comprendernos". Somos sujetos del lenguaje, éste nos abraza y cobija siempre, jugamos con él -o él juega con nosotros- en un afán constante y progresivo de interpretar el mundo, los signos que nos rodean. Dijo mi querido Hans-Georg Gadamer: "El intérprete entra en diálogo con aquello que le interpela, pero no sin salir del mismo transformado". El diálogo nos transforma, así sea carente de voz, mediante el intercambio de signos, gestos, sonrisas... el compartir, escribir experiencias en común... comunicar, pues. Hay vías de comunicación infinitas. Se crean códigos únicos, idiolectos que brotan tímidos, en la paz del roce interpersonal, del contacto de dos o mas personalidades, fusión perfecta y delicada que materializa espíritus, que los hace tangibles y los sublima. Hay experiencias de u

Por favor

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Ese jueves se levantó con el pie izquierdo: La mañana transcurrió agitada, hubo que esquivar dos o tres entes desdichados que decididamente procuraron entintarle al prójimo la vida. A mediodía, bajo el sol inclemente de las doce horas, ya era inevitable la bancarrota, la quiebra en el ánimo. Estuvo a punto de caer en un estado de enojo.                                                         Luego recordó Ayotzinapa, la guerra, el hambre, la injusticia... Llegó la tarde. Inhaló, exhaló... tratando de despejar la mente ante la mala jornada. La fría noche mostró el color perfecto para la tristeza, sí, para ese sentimiento tan poco convocado en esa casa. Estuvo a punto de llorar,                                     luego recordó la miseria, la orfandad, la soledad desolada de la parte obscura del mundo, donde el sol no calienta, ni hay pan... menos fe. Por favor , no hay que empolvar la vida con partículas de inconciencia. Basta sacudirse el ego y la estupidez para percatarse